Enrique Zuleta Puceiro

"Con Cobos el Senado va a funcionar muy poco"




Por Mauricio Runno

Ningún mendocino del siglo XX pudo, aunque varios rondaron los pasillos del poder. Ni siquiera el extraordinario Emilio Civit, aunque no en el siglo XX (donde también actuó), alcanzó semejante altura institucional. La política mendocina, a pesar de los Lencinas, de Francisco Gabrielli, y de la pléyade de comprovincianos durante el menemato en la década del 90, no puede equiparar lo obtenido por Julio Cobos. Se trata, ni más ni menos, desde el punto de vista más técnico, del segundo hombre en la jerarquía institucional de Argentina. El mendocino de mayor proximidad en la pirámide institucional del país fue José Luis Manzano, que llegó a ser el cuarto hombre, en ocasión de presidir la Cámara de Diputados de la Nación, además de luego conducir la cartera política, el Ministerio de Interior.

Sobre estos temas, el ascenso de Cobos, el perfil de gobernabilidad by Cristina, las transiciones, el poder municipal, el funcionamiento del sistema K y también el triunfo electoral de Celso Jaque, es que la palabra del consultor y analista político Enrique Zuleta Puceiro sirve a modo de reflexión, más tratándose de un país al cual le cuesta aún hacer memoria lejos del fuego y las heridas. Y, más especialmente, cuando esa historia es reciente, aunque pareciera por momentos ser tan antigua como la misma historia de las pasiones políticas.

Es viernes, la ciudad está ya viviendo el viernes: pocos con corbatas, y encima comienza a verse la iconografía navideña, y todos piensan en no trabajar mañana lunes, de ahí que las autopistas están saturadas y los bancos y cajeros automáticos un poco más exigidos. "Viernes, viernes, viernes, joda, joda, joda", decía un descendiente de uno de los pioneros del socialismo en el país por televisión. Si uno dijera que eso se extiende al lunes dirían que uno es un exagerado, un frívolo. Habrá que ver mañana el nivel de actividad laboral para saber si Repetto (Nicolás) se quedaba corto con el viernes. Y mientras esto sucede, Zuleta Puceiro, que sí está de corbata, casi al mediodía, dice sobre los días actuales:

"Este es un momento crucial para todo el sistema político: el de la transición presidencial. Particularmente en países con tradiciones muy débiles de tipo institucional, que durante muchísimo tiempo han convertido a estas transiciones en episodios turbulentos y de gravísimas connotaciones económicas". Y entonces evoca los escenarios desde 1983 para adelante. Y afirma que "basta recordar el tránsito de Alfonsín a Menem, o la salida de Menem hacia la Alianza".

- ¿No hay ninguna más o menos normal?-

Sólo hay una transición más o menos ordenada, sí, que fue la que dio lugar Duhalde a Kirchner, en la transferencia del poder. Si bien esto ha sido reconstruido muchas veces por el gobierno en clave apocalíptica, la verdad de las cosas es que en ese momento el país llevaba varios meses de crecimiento, bajo la conducción experta de Lavagna. Kirchner heredó un país con otros problemas: gravísimos problemas políticos, básicamente con una carencia de autoridad presidencial. Pero en términos generales era un país con bastante fuerza y optimismo por parte de la población, y con un modelo económico que aprovechó casi en un cien por cien.

- Esto marcaría una más que astuta habilidad del presidente Kirchner.

- Lo que él hizo entonces fue centrar su campaña en un solo punto: “Yo le voy a proporcionar a esta política económica de Lavagna el correlato institucional y político de la que carece”. Es decir, un sistema político estabilizado, con una presidencia votada. Esta fue la única promesa. De hecho no hubo casi promesas de Kirchner. Y esta idea le granjeó el 23 % de los votos. Fue el candidato menos apocalíptico, el menos rupturista; también el menos peronista, en el fondo. De todas aquellas ofertas que había, Rodríguez Saá, Menem, incluso la saliente de Duhalde, Kirchner aparecía como una oferta con posibilidades de apertura transversal. Y eso es lo que motivó el 23 %. Y lo más importante aún es que logró ese consenso extraordinario, que lo acompañó, y que incluso persuadió a Menem de participar en la segunda vuelta. Inmediatamente al día siguiente de esa victoria electoral más del 75 % de la gente manifestó su intención de votar a Kirchner. Y Menem no quiso soportar ese tránsito.

- ¿Cuáles serían las conclusiones entre aquello y lo que hoy comienza a validarse?-

Es interesante para compararlo con esta transición, que es muy singular. No sólo por el hecho que es prácticamente una continuidad del gobierno anterior, donde los factores de cambio con el transcurso de los días se han ido amortizando, y más bien se trata de enfatizar la continuidad. Primero a través de las personas y luego a través de las políticas. Y por último a partir de las propias decisiones que se han ido tomando en el final del gobierno de Kirchner, que es una preparación para el gobierno de Cristina. Algunas de ellas no han prosperado, como fue el voto a la Ley de Emergencia, pero la mayor parte de las decisiones legislativas y gubernamentales que se tomaron en las últimas semanas, tienen que ver con preparar el terreno y aliviar la carga inicial del nuevo gobierno. Esta relación de cooperación entre los dos gobiernos es otro factor inédito en la historia.

- Por lo bajo, y cada vez menos, se sintetiza el momento político: Cristina al gobierno, Néstor al poder. ¿Se trata efectivamente de este esquema?

- Es muy difícil preverlo. Hoy por hoy, a muy pocas horas del tránsito, todos los que seguimos de cerca el quehacer del gobierno, tenemos la impresión de que habrá muy pocos cambios. Con todo, hay un único cambio, que me parece trascendental, y que puede ser más importante que el resto. Y se trata del propio cambio de papel de Cristina. Ella va a desempeñar un función que nunca desempeñó, que es una función ejecutiva, y del máximo nivel del gobierno. Y va a estar rodeada de equipos muy diferentes a los que siempre la han rodeado. Entonces se trata de un cambio cualitativo.

- ¿Quiénes la acompañarán en esta hora?

- Habrá alrededor de Cristina un grupo de gente muy poco comprometida con la tradición política a la que pertenece Cristina. Es gente muy independiente, muy joven (seguramente podrían ser nietos de Alfonsín o de Menem). Es una generación nueva. Y no hay que malinterpretar ya que el cambio generacional no es un bien o un mal en sí mismo, sin embargo es una condición para otros cambios. Nadie está en condiciones de prever cómo afectará todo esto al sistema Kirchner, aunque yo creo que lo hará profundamente.

- ¿Cómo explicaría el sistema Kirchner?

- Es el sistema de un hombre con una extraordinaria cultura y destreza de gobierno, adquirida en años de gestión municipal y provincial. Proyectó esos atributos, esas metodologías, esos modus operandis, a la Presidencia. Y se permitió, por un lado, dominar la emergencia y, por otro, construir poder en el sentido que lo hacen los gobernadores. Hago la distinción, ya que estimo que el poder de los gobernadores es una acumulación para desarrollar la gestión. En cambio, la autoridad que pueden construir los presidentes, tiene más que ver con temas estratégicos, de medio y largo plazo. De algún modo la Argentina que viene es un país que tiene muy poco de estos temas estratégicos. Más bien tiene un extraordinario activo de realizaciones, en el dominio de la emergencia y en la gestión inmediata de los problemas que se fueron planteando. Y lo paradójico es que muchos de esos problemas los generó el propio gobierno. Temas como el problema militar, la administración de la política de la memoria…

- O la política exterior.

- Exactamente. Muchos de estos conflictos se autogeneraron. Y podemos recordar la propia administración de la deuda externa, ya que el esquema de negociación de la deuda había sido diseñado por Lavagna, que fue el más fuerte elemento de continuidad en el 2003. Si uno tuviera que mostrar ruptura o continuidad, en el 2003, uno debería señalar una poderosísima continuidad con Lavagna y su política. En la ruptura uno podría señalar los estilos, la política militar, las relaciones con la oposición, temas en los que Kirchner ciertamente se colocó en las antípodas de Duhalde.

- ¿Cómo será el nuevo gobierno?

- El que viene es un gobierno en el cual las continuidades van a ser muchísimo mayores. La única ruptura que vislumbro es el cambio en el modo de producción de política, derivado de que quien va a tomar las decisiones políticas es Cristina. Es poco pensable una diarquía o una coparticipación en esas decisiones. Creo que el sistema va a ser diferente. Y además hay que ser optimista porque no es dable prever ningún tipo de sobresalto. No hay que esperar asincronía, tampoco. El funcionamiento de los Kirchner es perfecto.

- La presencia de Alberto Fernández refuerza su argumentación.

- Y hay un factor regulador de todo esto. Y es Alberto Fernández, que pasa a convertirse en la figura política fundamental. Creo que su actuación tiende a crecer, en un terreno en el cual ya no habrá sectores, sino que habrá primos interpares, que es lo que articula el Jefe de Gabinete. Cristina va a enfatizar este papel regulador de Fernández, quien a su vez ha hecho avances muy importantes. El más importante de ellos es el haber hecho que la idea de la Concertación Plural prosperara. Este es un aporte más de Alberto que del sector que podríamos llamar rigurosa y enfáticamente kirchnerista.

- Y aquí es el capítulo Cobos.

- El concepto de la Concertación fue objetivamente importantísimo y, subjetivamente, esto fue percibido por los Kirchner. Sino hubiera existido la Concertación hubiera habido segunda vuelta, es decir, ballotage. Esto es claro, y para ello hay que ver los resultados electorales. Las provincias donde gobernaba el radicalismo, y las ciudades, las treinta principales, estuvieron insertas dentro del proyecto de la Concertación. Y la verdad de las cosa es que esto le agregó un componente muy importante a la candidatura de Cristina. Pensemos que ella perdió, durante el último mes de campaña, entre 9 y 10 puntos. Empezó con un 54 y terminó con un 45 %. Esto fue neutralizado en algunas provincias y en los votos que alcanzó por la Concertación.

- Usted se ha referido al poder de los municipios en este aspecto. ¿Cuál es su visión?

- Se suele mirar a los gobernadores como protagonistas electorales. Pero el secreto de la Concertación, a mi entender, está en los intendentes. Quienes volcaron la balanza en un sentido o en otro fueron los intendentes. Rosas perdió en el Chaco porque los intendentes radicales cortaron boleta y no acompañaron. El radicalismo perdió Mendoza por gravísimos errores en la percepción del funcionamiento de los intendentes. Aparatos políticos fuertísimos de la provincia de Buenos Aires desaparecieron arrastrados por las llamadas “colectoras”, donde figuras jóvenes, prácticamente desconocidas, terminaron quedándose con municipios de la importancia de Lanús o La Plata. Y contra lo que podía pensar cualquier estratega, la boleta de intendente fue enormemente importante. Este es un dato nuevo y no creo que sea una forma permanente, pero le da mucha importancia a los más de 200 intendentes del radicalismo que votaron y trabajaron activamente en la candidatura de Cristina. Los Kirchner lo advierten, por eso pagan todos sus compromisos asumidos con la Concertación, aunque sigan existiendo presiones para que Cobos tenga más representación en el gobierno.

- ¿Y qué tan cierta es su gravitación, entonces?

- No creo que esta sea la estrategia de Cobos. Cobos con esto llega al final de su carrera política. No consta que tenga una vocación presidencial, y sería absurdo que la mantuviera en un gobierno como éste. Creo que ha llegado a una vicepresidencia en una presidencia que va a estar mucho más abierta al rol del vicepresidente de lo que hizo Néstor Kirchner. Cristina va a ser una presidente netamente volcada a la política exterior, a la presencia constante en distintos países y organismos internacionales. Y esto le va a dar a Cobos una función de vicepresidencia muy activa.

- ¿Cuál será el poder real de Cobos?

- Cobos va a ser vicepresidente del país y no presidente de la Cámara de Senadores. Con Cobos el Senado va a funcionar muy poco. Y la Cámara de Diputados menos. El rol del Congreso va a ser muy escaso. La mayoría de las leyes a tratar van a ser de orden tributario, como viene pasando en los últimos años, donde están de acuerdo todos los partidos políticos porque se trata de cobrarles impuestos a la gente y después coparticiparlos, por las buenas o por las malas. El papel de Cobos no se va a medir en el Senado, como dicen malevolamente algunos radicales. Se va a medir en su condición de vicepresidente.

- ¿Por ejemplo?

- Ya, las designaciones que se están produciendo en el área de Energía, con gente vinculada a Cobos, nos muestra a Cobos mucho más inserto en aspectos centrales de la gestión presidencial, que en el propio Senado.

- ¿Qué visión tiene del gobernador Celso Jaque?

- Terminó siendo gobernador de Mendoza por un azar de la política, así como Cobos lo fue frente a Amstutz. Sucedió algo muy parecido. La mayoría de los pronósticos indicaban que ganaba Amstutz, y ahora Biffi, y nada de eso sucedió en la realidad. Esto tiene que ver con la lógica de la importancia de los acuerdos municipales. En ese sentido la campaña del oficialismo en Mendoza tuvo equivocaciones muy graves en su percepción de los acuerdos que habían realizado y en cómo esos acuerdos se traducirían en el electorado. Y me parece que en un sistema multipartidista, como lo es el mendocino, que pienso que es el mayor del país, había un componente de riesgo que, ya en su momento, le impidió al peronismo ganar una elección a gobernador. Porque hay que decir que la victoria de Cobos a la gobernación fue milagrosa. La de Jaque, en cambio, fue una victoria más clara, en las encuestas que nosotros teníamos por lo menos llego a 10 puntos de diferencia. Y no eran las encuestas que tenía el gobierno provincial. Y la diferencia de cálculo era lo que estaba sucediendo en los departamentos. Ahí creo que se demostró la inexperiencia del radicalismo en la Concertación, sumada a la idea de que el gobierno de Cobos no fue una gestión muy brillante para muchos sectores productivos y dinámicos de la sociedad mendocina.

- ¿Y el comportamiento electoral de los mendocinos?

- La sociedad mendocina está acostumbrada a la alternancia. No tiene un voto de pertenencia fijo. Es una de las sociedades más independientes y más autónomas de la Argentina y esta dispuesta a un método de prueba y error, y de premios y castigos implacables. Ha castigado al peronismo y al radicalismo cada vez que ha sido necesario.

- Y al Partido Demócrata desde hace décadas…

- Son los mendocinos electores muy pragmáticos, muy utilitarios. Y los políticos han ido aprendiendo esto con lecciones muy feroces, fracasos feroces. Por otro lado es un sistema muy interesante, ya que al no tener la reelección permitida ha ido generando un amplio stock de ex-gobernadores jóvenes. Y no se instala una elite ni una aristocracia política. Y como sí la hay en las intendencias, la política mendocina está cada vez más municipalizada. Y esos aparatos están definiendo a la política, como acaba de ocurrir. Y otro dato de las últimas elecciones: para ser gobernador hay que haber sido intendente, así como para ser presidente hay que haber sido gobernador. Cristina es una excepción, derivada de que esta ahí porque es la esposa de Néstor Kirchner.

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
impresionante la lucides de don zuleta, que el poder está en los municipios, que la politica está llena de sorpresas
me encantó esta profunda y extensa entrevista con uno de los más prestigiosos analistas del momento
salute, mauricio

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