Todos somos K.


Todos somos K.
Los Verbitsky enceguecidos.
Los chicos ricos con tristeza y los tristes pobres, a secas.
Aquellos comidos, curados y sanados de la democracia que aún no les ha golpeado la puerta.
Los coimeros y los que les dan dinero a los coimeros, que vendrían siendo algo así como los primeros coimeros.
Los que ganan elecciones y son peores que los K.
Los que si no es el hermano es el hijo, la cuñada, la nueva novia o la vieja amante.
Los que comen y no convidan y tienen sapos y sapos tragados en la barriga.
Los que pierden elecciones muy al estilo K. y los que las ganan muy del mismo modo.
Todos los peronistas son K. Es decir: son K así como han sido H. J. o V.
Los que tienen iPhone pero les falla el wi-fi en el corazón, como que les hace un chip, esos también son.
Los perdedores, obviamente, ya que razones siempre le van a encontrar al asunto.
Los que prefieren el fútbol a la escuela. Y los que creen que la escuela es el fútbol.
Los campeones morales y cívicos, los no campeones resentidos, los campeones de escritorio, los que dan la vuelta olímpica en estadios vacíos o en tribunas compradas.
Los legisladores que hacen chistecitos son K. Lisandro de la Torre no, él no era K.
Los vicepresidentes que sí, pero no, ni, tipo nada, viste.
Es K. aquel amor que se desperdicia, ese maltrato con tu hermano o el vecino, la indiferencia con tu hija o el sobrino.
Todo eso que te parece un horror cuando lo ves en la TV y que está más cerca de tu vida que cualquier plasma, para ser honesto, es bastante K.
Como lo son los tipos que manejan diarios y no les pagan a sus periodistas o les pagan mal y pronto. O bien les pagan miserias y los tratan como tal o un poco peor. Es muy K. ser anti K. y ser muy maltratador, ninguneador. Garpa bien, diría Discépolo.
La violencia en sus derivados, la lucha como método, la queja como ventaja.
Los que marchan todo el tiempo, tal como aquellos militares que mandan a escribir partituras de marchas para sus desfiles absurdos, son excesivamente K.
Las madres de la incertidumbre, idem.
Los padres de las certezas, ni hablar.
¿Los Abuelos? De la Nada. 
Hasta Ford es Ka.
No sabríamos que responderían Henry ni Harrison Ford, aunque al menos sabemos que Obama es peronista, ergo también es un poco K.
Niños, reciten: la mediocridad sin creativos, la maldad antes que la bondad, la viveza encima de la inteligencia, son enunciados del teorema K.
El arte es K. cuando lo vemos facilongo, un poco lúcido, sólo un poco. Pero el lugar común no es la muerte, ahora, sino el arte. Se multiplican artistas por encargo, adaptados, un poco exitosos, los que parecen estatuitas de yeso en serie (y en serio).
Los que se la creen, obvio, son muy K.
Los vanidosos, los egoístas, los soberbios, los agrandados, desde luego.
Los que necesitan repetir y machacar  vamos hacia “un país en serio”, otro tanto.
Los que viven en otro país y asisten a las víctimas de tal terremoto pero no conocen el Chaco, Jujuy o La Matanza serían K. aunque tienen el pasaporte muy selladito, re cosmopolita.
Los fanáticos, los necesitados, los desaforados, los carcamanes, todos somos un poco K.
Cuando crees que estas cagando a alguien sos K.
Y cuandro crees que el otro es demasiado honesto, que es medio boludo, también sos K.
Sos K. cuando hablas por teléfono mientras manejas, cuando no dejas pasar a ese otro tipo que camina, cuando insultas al de la bicicleta. Y sos aún más K. cuando te hacen una multa y preguntas “¿pero cómo arreglamos esto?”.
Cuando un tipo tiene algo para decir y no lo oís, sabelo, estas siendo K.
Cuando no sabes quién es el que habla, pero estas pensando que es puto, drogadicto, criminal, cantante de reggaetón o pedófilo, sos tremendamente K. El prejuicio es K., acá y en todos lados.
Cuando mandas a tu esposa a decir que no estás o le hablas por lo bajo para que diga una mentira, da la sensación que te comportas como un K.
Cuando tu esposa te cubre ante su familia, cuando ella no dice toda la verdad, más o menos la misma cosa.
Los anti K. son muy K, pues le dan sustento. Y le dan sangre… látigo, sudor y látigo.
El del campo que mira las vaquitas desde la 4 x 4 es un turista de la era K.
Las vaquitas, que no son ajenas, también son K.
Los que creen que la tienen larga.
Los que la tienen y la esconden.
Los que quisieran no tenerla.
Especies de K., sin duda.
Los que escriben a sueldo y  los que no tienen sueldo pero les gustaría.
Los derechos humanos son K. 
Los derechos, en cambio, son de la derecha. Y los humanos, ya se sabe, son de Dios.
El rock es K.
El rebenque en la Rural, el mate del patroncito, las nubes allá en los establos.
Todo lo público es K.y lo privado es lo que aún no lo es. Vamos por él.
La materia es K y lo gris también. También el blanco del Calafate, las sierras de Anillaco, las lomas de un tal Zamora, los baches de Pompeya y las estancias de Moyano.
Todos somos un todo K.
El cielo, las mentes, la soja, el senado, los bigotes y el colágeno.
Todos somos un todo K.
Los que ponen la mejilla, los que meten la mano, los que sacan el culo.
Todos somos K en un país sopa de letras: 
vocales por un lado, consonantes por el otro.
Todos somos una K.
Y todos somos más que K.
Pero al final
Todos somos un poco K.

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